Descripción
Ya se sabe que todo en esta vida se puede explicar con un símil de The Good Wife, así que vamos a tirar por ahí. A ver, ¿tenía sentido que Eli Gold siguiese apareciendo en la serie después de que su personaje (absolutamente secundario) cumpliese con el arco que tenía encomendado en la trama? Claro que no: por pura lógica, una vez concluida la campaña electoral, debería haber desaparecido de la serie. Pero claro, ocurre que Robert y Michelle King habían construido un personaje tan divertido, tan imprescindible a esas alturas, que cargárselo simplemente no era una opción. El público quería más Eli Gold y no habría entendido que no se lo dieran. Así que arreando, lo metemos en Lockhart & Gardner, le damos un puesto cualquiera y punto. A seguir disfrutando.
Pues algo parecido ocurrió con Mujeres cuando lanzaron el año pasado su Ep Aquellos ojos. Daba la sensación (y ellos mismos parecían confirmarlo en las entrevistas) que su giro hacia el pop de guateque en castellano era poco más que un divertimento, una isla artística y temática que tenían guardada en un cajón y a la que decidieron dar salida en un adecuadísimo formato EP en un momento concreto. Que pasado un tiempo las aguas volverían a su cauce y ellos, a su garage rock’n’roll en inglés. En principio así iba a ser y de hecho, con los números en la mano, en la mayor parte de este Marathon así ha sido. Pero claro, es que, una vez abierta esa puerta, cualquiera renuncia a ella.
Porque no nos podemos olvidar de ‘Aquellos ojos’, de ‘Sueña’, de ‘Eterno y normal’ ni de ‘Aquella luz’. Es que simplemente aquello fue demasiado bueno: un irresistible caramelo pop à la Brincos que merecía continuación, que nos dejaba con ganas (con muchas ganas) de más. Que lo del garage estaba (¡está!) muy bien, pero queríamos más de aquello. Sin a renunciar a lo anterior, queríamos también a esos Mujeres. Y si para ello hay que sacar un disco que quede un poco bipolar, que así sea, nos da igual: queremos nuestra dosis de jitazos y la queremos ya.
Y de ahí este Marathon, que le da a los dos palos y todos tan contentos porque amigos, qué canciones hay aquí. No hay un segundo libre para pensar en bipolaridad o mandangas que se escriben en críticas como ésta: el disco tiene doce canciones y las seis primeras (todas y cada una de ellas) son auténticos jitazos disparados a velocidad de vértigo, tanto las que nos traen a los Mujeres más al uso (la inicial ‘Lose Control’) como ese punto de inflexión del disco justo a la mitad que es la maravillosa ‘Vivir sin ti’, que mantiene ese dificilísimo equilibrio del nervio pop a flor de piel pero berreado en modo garrulo. Eso no quiere decir que el disco se acabe ahí, ni mucho menos (tampoco hay gota de relleno en los siguientes seis temas), pero sí es verdad que parece que les cuesta algo más de esfuerzo mantener el nivelón en esa segunda mitad.
El disco termina, eso sí, en lo más alto con ‘Galgo diamante’, un fantástico baladón ye-ye borrachuzo que rima “azul” con “tul”, acaba con varios “neeeeeena” (como debe ser) y pide ser berreado a gritos a altas horas desafinando lo más posible y abrazándose al mayor número de desconocidos posible. Un cierre redondo para un disco que es pura diversión. De verdad, qué bien me lo paso escuchando Marathon. Ojalá tuviéramos de éstos todas las semanas.
Fuente: Hipersónica
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