Descripción
Se acabaron hace tiempo los calificativos para elogiar la longevidad de la banda cordobesa Medina Azahara. Camino del noveno lustro de trayectoria ininterrumpida, Llegó El Día viene a ser el vigesimoprimer disco de estudio del grupo. El trigésimo – no sé cuántos si incluimos los directos, los recopilatorio oficiales, las ediciones especiales con deuvedés y/o extras, los recopilatorios no oficiales (ya saben). No hay en España ni un caso como el de ellos. Ninguno. Hay formaciones de ‘su camada’ en activo, pero casi todas han tenido un tiempo en barbecho, idas, venidas… Ni siquiera los proyectos en solitario de su fundador, Manuel Martínez, y de su guitarrista fijo desde 1989, Paco Ventura, han empañado el proyecto común que es leyenda por derecho propio. Con sus vicios y sus muchas virtudes. Entre ellas, las de ser el mejor representante de la escuela de Triana, pese a que pronto su querencia a la distorsión del hard rock y al heavy les separará un tanto del aire germinal de los Jesús de la Rosa, Eduardo Rodríguez Rodway y Juan José Palacios ‘Tele’. Un trío que se convirtió en símbolo de un movimiento musical sin paragón, complejo y rico en formas y esencia, en unos años que acabarían siendo un légamo de modernismo veloz (y muchas veces atroz). A lo largo de su carrera, Medina Azahara ha versionado numerosas canciones de su discografía pero es ahora cuando ‘oficializa’ su amor a Triana con un disco íntegro, con diez temas, y una gira especial que le llevará por una treintena de fechas durante 2022. Y a eso, sumen el dolor de la pérdida reciente de Manuel Martínez ‘Mart’, vocalista y alma de Estirpe, productor, excepcional e inquieto creador y músico, hijo de Manuel. Trágica pérdida, como la de Jesús de la Rosa. ‘Mortal y Rosa’, como el libro que Paco Umbral escribió con motivo de la enfermedad y muerte de su hijo de cinco años, que he releído por tercera vez en este no-puente para intentar salir del estado ágrafo en el que me sumía. Buscar sentido, buscar seguir para no ser un Bartleby y compañía como los de Melville y Enrique Vila-Matas. Vamos.
Tiene Llegó El Día el poder común de tener un revestimiento homogéneo con respecto a la diáspora de versiones que, como decía, ha desgranado Medina Azahara en el resto de sus discos. La primera curiosidad es que no están aquí todas las que están. Que digo yo que se podrían haber recuperado para completar el metraje, pero reconozco que me puede más el carácter de fan que el sentido unitario del disco.
El culpable de esa capa uniforme tiene un nombre que será reconocible también para muchos, el de Selu Figuereo, más conocido como El Barrio, otro trianero reconocido puesto que también les ha cantado con frecuencia. La decisión por apostar por él es inteligente porque es ejemplo de equilibrio entre la organicidad de las rumbas, tangos y demás con el rock de fuerte cadencia de batería que le caracteriza. Como resultado obtenemos una producción que evita calcar los memorizados sonidos de las originales para darle una capa más actual. Sobre todo en los arreglos de eléctricas, de piano, algunos coros gospelianos y, sobre todo, el uso contenido de españolas y percusiones más básicas, que las hay, pero usados con la pericia precisa para que Medina no pierda tampoco su esencia.
En cuanto a los temas, el álbum recoge diez de distintas fases de la discografía de Triana. Algunos, como ‘Tu Frialdad’ o ‘Una Noche de Amor Desesperada’ ofrecen una nueva versión a las realizadas hace unos años. Otros temas versionados en otros discos de Medina Azahara y que se han quedado fuera de este Llegó El Día son ‘Rumor’, ‘Abre La Puerta’, ‘En El Lago’, ‘Diálogo’, ‘Luminosa Mañana’ e ‘Hijos Del Agobio’. Casi todas en el disco Se Abre La Puerta de 2007.
Dice mucho que pese a esas seis grandes ‘ausencias’ el conjunto siga siendo apabullante, con marcada tendencia a las canciones más románticas aunque no por ello anquilosado a la típica sucesión de baladas. Claro, empezar con ‘Sé De Un Lugar’, una de las declaraciones de amor más hermosas jamás escritas en nuestro rock es ganar la partida desde la salida. Los cordobeses le dan un aura más empacada, principalmente por la limpidez de las teclas, y rompe con la entrada de El Barrio en los coros finales. Se echa en falta en las primeras escuchas el desarrollo progresivo de la original, pero… para eso está.
‘Cae Fina La Lluvia’ es una de las sorpresas de la lista y el grupo se marca un excelente refuerzo del toque blues de la original con aporte especial de coros entre gospelianos y ‘The Great Gig In The Sky’ de Pink Floyd. El compás se hace carne en la cadencia lumínica de ‘Quiero Contarte’, otro de esos descomunales textos de Jesús de la Rosa, tan sencillos, pero tan existenciales, tan esenciales, tan… humanos. Manuel tira de su inconfundible melisma para glorificar con respeto un tema sobresaliente. Ventura sacará las llamas con el solo de la coda, que volverá a repetir en ese símbolo incontestable es ‘Sr. Troncoso’. Aquí sí, como en el break central de ‘Sentimiento de Amor’, Medina tira de flamencas y palmas para mantenerse más cercana a la original. Solo la segunda parte, con la entrada de la batería más robusta y un bajo más presente se añaden. En cuanto a la segunda destaca la capacidad de arrastrar los fraseos como hacía De la Rosa, de nuevo en el puente pespunteados por coros espaciales femeninos.
La segunda parte del álbum arranca con ‘Tu Frialdad’, que va camino de convertirse en el ‘La Quiero A Morir’ de nuestro cancionero -la original es francesa- en cantidad de revisiones. Con respecto a la versión anterior de Medina, la presente se torna más desnuda y casi parece haber sido grabada en una sola toma por Manuel, dejando las imperfecciones para azuzar la emoción de ese descarnado canto a la ignominia de la falta de reciprocidad en el amor. Reconozco que ‘Recuerdos De Una Noche’ es la que menos me gusta de la lista (alguna tenía que ser). Mi adoración por ese compás de bulería, la furia rockera y la batería tribal se han edulcorado algo más aquí, añadiéndole un interesante arabesco de teclados, pero que quizá no termina de romper por la corrección de las formas.
En el tercio final, ‘Desnuda La Mañana’ es tan efectista de entrada que te lleva por igual la cante Triana, Joaquín Sabina o, aquí, Medina Azahara. El bajo en el fraseo y el puente parecen jugar a alguna querencia funk que se desarrolla también en la guitarra rítmica del riff principal. No será la única añadidura, ya que tras el solo de Ventura llegará una potente coda de teclado y casi corte metalero. ‘Una Noche De Amor Desesperada’ les suena igual de hipnótica que la original, con mayor presencia atmosférica de teclas y un ligero toque sincopado y de ‘wah wah’ a la guitarra.
La despedida nos llega con el preciosismo de ‘Llegó El Día’, tan poco frecuentada en comparación con sus hermanas que suena casi inédita en la adaptación que se ha trabajado Medina Azahara entre el bolero y la balada. Un texto que me suena hoy en el verbo preciso, con el tino precioso.
Los que no están podrían sentirse satisfechos.
Fuente: Rocksesion
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