Descripción
Hay libros que por el mero hecho físico de existir ya merecen toda nuestra admiración, atención y elogios. Y desde luego que este Rock Progresivo español (los discos de los 70) de Luis Clemente (Sevilla, 1960) es para que un estadio entero le haga la ola, y varias veces seguidas. Solo con coger el libro y poder tenerlo un rato en la mano, ya hay ahí un valor incalculable. Pero es que la cosa continúa dentro, cuando lo abres y descubres el filón que contiene. A través de sus 365 páginas, el autor retrata el irrepetible espíritu de una época (¡toda una era!), representado por estos 1.500 discos sobre los que escribe. Todo un ingente trabajo que dedica a la generación de la revista ‘Disco Exprés’, referente musical de la época.
La selección es personal, pero amplia y diversa en géneros y subestilos. Y ahonda también en lo desconocido, cartografiando así áreas que nadie se había molestado en considerar. O al menos no como él. Es difícil que se haya dejado fuera nada valioso.
Además, nadie a estas alturas podría cuestionar a nuestro Charlie Guillett sureño, que lleva, con este, 12 libros publicados. Merece biografía propia y sin embargo ha preferido hablar a través de la música que escuchaba y disfrutaba en los que posiblemente hayan sido los años más interesantes de su vida. Acotada aquí, eso sí, a los discos de los 70 “y algunos de los 60”, porque la selección acaba en 1979. Y sí, aunque siguió habiendo después mucho rock urbano, flamenco, andaluz y layetano para un buen rato más, los 80 ya no eran lo mismo porque venían “con un sonido más inflado”, como puntualizaba él mismo en la presentación que hizo del libro en la sede madrileña de la SGAE. No piensa continuar este proyecto con décadas posteriores. “Eso se lo dejo a otros”.
Es desde luego un “proyecto de vida” para Luis Clemente. 9 años le ha llevado decidir las referencias y documentarlas, recopilar información y portadas, escribirlo todo y hacerlo además con ese enfoque personal que rehúye el enciclopedismo al uso, lo que le da todavía más valor al libro. Se trata de las impresiones de un testigo en primera fila, que tenía solo 16 años cuando debutó en 1976 con su primer programa en ‘Radio Popular’ de Sevilla, aquel ‘Glorieta de los lotos’ (qué mejor homenaje a la Sevilla rebelde, underground y antifranquista que este nombre).
Él por supuesto no tiene todos estos discos (creo recordarle decir que solo 500, que ya es), pero da igual. Se los ha escuchado todos, conoce la época, tiene criterio y por supuesto reconoce la gran ayuda que le ha permitido una herramienta como internet (con Discogs, La Fonoteca, You Tube y Spanish 60’s & 70’s x 45&33 rpm a la cabeza). Este libro a lo mejor no hubiera sido posible hacerlo en 1999.
El carácter esmerado y artesanal se acentúa al saber que su maquetación precedió a la de su escritura. Lo escribió sobre los huecos que previamente había dejado para los comentarios de cada disco, a modo de ‘tetris’. ¡Y funciona muy bien este diseño! Como si de una revista o fanzine se tratara. Pero de lujo y a todo color. Invito a los lectores a que disfruten navegando por el libro. No tardarán ni un segundo en detenerse en alguna referencia familiar o que le llame la atención. No importa no conocer muchos de los nombres recogidos. Precisamente la gracia está en dejarse sorprender, en descubrir cosas.
A estas alturas del texto, el lector Prog más sagaz ya se habrá dado cuenta de que es imposible que hubiera 1.500 discos progresivos y/o sinfónicos en la España de los 70. Pero es que el concepto “rock progresivo” no era igual entonces que ahora. Ni en España ni fuera de ella. Aquí, “progresivo” hay que entenderlo como “esa cualidad extra” que el autor otorga a aquellos intérpretes que pudieron/supieron ser creativos al margen de la confortable pero insustancial comercialidad del momento. Por eso presenta discos que gozan de un aura que los convierte en memorables y perdurables, distintos y a contracorriente. A lo mejor raros y minoritarios (en muchos casos), pero no por ello prescindibles. A veces esa diferencia podía darse en un mismo “single” y bastaba con darle la vuelta al disco y poner la cara B para encontrar esa esencia que lo hace digno de aparecer en este libro. Hay muchas menciones de singles y estas coexisten con las de long plays.
A grandes rasgos, hay claramente una línea divisoria en ese noviembre “florido y hermoso” de 1975. ¿Qué fue lo que pasó? Pues que se murió el dictador. Justamente los dos primeros discos del grupo Granada (por poner un buen ejemplo), quedaban a ambos lados de la brecha. Y el cambio se notó en el segundo, “España, Año 75” (publicado ya en 1976), con menos rock andaluz, más melotrón y mayor amplitud sinfónica, pero sobre todo sátira política, donde los eufemismos ya eran pura coña.
Poco a poco las discográficas se fueron desasiendo de su papel de censores previos. Había todavía miedo a las fuerzas jerárquicas, pero también a la calle (había que vender). Y a la opinión pública le costaría desapolillarse tras 40 años de dictadura. Pero la fiesta ya había empezado: Miguel Ríos, Leño, Ñu, Asfalto, Medina Azahara, Topo, Kaka De Luxe, Tequila, Veneno, Cucharada… “¡Viva el rollo!”, lo llamaba el gran Mariskal Romero, que tuvo su efecto en cualquier cosa publicada o por publicar, aunque no fuera solo rock (ya teníamos también por ahí la nueva ola y la movida madrileña, pero esa es otra historia).
Por supuesto, también estaban los layetanos que lo “afusionaban” todo desde su templo del Zeleste barcelonés (Iceberg, Companyia Elèctrica Dharma, Gato Pérez, Orquestra Platería, Orquestra Mirasol, Barcelona Traction, Secta Sónica…), adoptando de paso a viejas glorias como Sisa, Pau Riba ¡e incluso Tete Montoliú! Lo que por supuesto recuerda que ya había en Barcelona un sustrato progresivo muy anterior (Máquina!, Dioptría, OM, Tapiman, Max Sunyer, Pan & Regaliz, Fusioon, Jordi Sabatés, Toti Soler…).
De la misma manera que en Sevilla, los psicodélicos Gong, Smash, Goma, Gualberto… precedieron a muchos rockeros andaluces de la segunda mitad, y por supuesto al fenómeno Triana (Guadalquivir, Mezquita, Cai, Alameda…). Muchos de los músicos de estas nuevas bandas también habían estado en el sustrato anterior.
A un servidor le ha hecho mucha ilusión ver dedicada toda una doble página al imperecedero primer trabajo de Imán Califato Independiente, que pude conocer y oír profusamente “en la tierra” (marismas de por medio), a través de las emisiones de Radio Jerez FM y el programa nocturno que por entonces hacía Mauricio Peña. La ‘Pérfida Albión’ puede que tuviera a Pink Floyd, pero nosotros los teníamos además con ‘tarantos’. Doble valor.
En fin, detenerse aquí en un disco es imposible porque de eso ya se ha encargado el propio Luis Clemente en este libro.
No solo hay intérpretes españoles. Hay también algún que otro inglés, alemán o norteamericano que, ya fuera por haber vivido entonces en España (sí señor, más de uno ha pensado aquí en Deia, Mallorca) o por haber tocado o grabado con músicos españoles (Joe Beck y Sabicas, nada menos), pues no podían quedar fuera. Posiblemente sea de los pocos libros en los que aparecen tratadas por igual las dos familias Gong: la del ilustre Gonzalo García Pelayo y la del no menos ilustre David Allen, ya no sevillano sino australiano.
Esto me lleva a terminar como empecé, y decir que, si este libro hubiera sido publicado en Inglaterra o Estados Unidos, ya habría tenido a todo el Wembley haciéndole la ola a Luis Clemente. Pero estas cosas hace ya mucho tiempo que no pasan en España. No pasan en España en el rock, así que imaginad, además, que es en España, en el rock y en el mundo editorial. Una pena.
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