Descripción
Muchos deben creer que he nacido con un disco de Malevolent Creation en la mano. cierto es que cada vez me he ido acercando más a géneros extremos, pero el género con el que mi yo metalero empezó a tomar forma, no fue el death, ni el thrash, ni si quiera el heavy clásico de Maiden y compañía… Fue el power metal aquel género con el que muchas cosas para mí, empezaron a cambiar para siempre. Dejadme que os explique cuatro cosas sobre mí…
Cierto es que yo ya había empezado a motivarme con algunas cosas de grupos como Rammstein (esos entraron muy fuerte) Lordi (esos no) y poquita cosa más… Pues también escuché grupos en los que más tarde profundicé, bandas como System of a down o Marylin Manson, que pese a haberme alejado años luz de ellos, jamás negaré que a su modo son muy grandes. Pero un día me encontré con una pregunta de mi primo, al que aprecio muchísimo pero no tiene ni puta idea sobre música aunque por aquel entonces, yo era un moco y, por desgracia, él mi referencia en esto. Me pregunto “Oye tío, ¿A ti te molan las historias del royo medievales narradas con tono épico y tope motivadoras?” , un tolkieniano como yo respondió rápido. Les di por primera vez una escucha a unos tal Rhapsody, una canción que no estaban nada mal, una tal ‘Emerald sword’. Al caer por la tienda de discos, me dejé hipnotizar por su último CD (De aquel momento) The Frozen Tears of Angels. Sin saberlo acababa de adquirir el primer disco del que hasta la actualidad sería mi género.
Con el paso de los años nada es como yo soñé, pues uno ya puede conocer poco, que creera que ese poco que conoce es lo mejor que se ha hecho jamás. Con el tiempo me fui desengañando, y conociendo cosas que resultaron dar unas pocas vueltas a mis idolatrados Rhapsody. Los primeros en abrirme los ojos, fueron los Keepers (En este punto mi historia no es nada original), luego cayeron Blind Guardian, el Hat trick inicial de Fates Warning, Running, Rage, Grave Digger, Morgana Lefay… Los compactos de Rhapsody no perdieron importancia para mí, eso si, empezaron a acumular polvo, dejando entrar en mis oídos cosas nuevas, y a menudo mejores.
Empecé a ver como a menudo se menospreciaba a esta banda, con buenos argumentos, pero equivocados de todos modos a mi forma de ver. Entonces fue cuando un reciente camarada llamado Tenza y yo mismo, nos juramos hacer de abogados del diablo. Power metal azucarado… La banda más infantil… posibles verdades lanzadas al aire por nuestros detractores. Turno para la defensa. Vamos allá, a hablar de mi pasado más remoto, a hablar de una banda, a la que muchos pasan de largo, pero que no por ello dejará de ser jamás una pedazo de banda. ¡Vamos a comérnoslos Tenza!
Estos italianos empezaban a tener una larga trayectoria pese a haber llegado a la fiesta que iniciaron Jag Panzer y compañía cuando todo lo que había estaba ya echo y refrito, pues si tu fecha de inicio anda por el 97 y tu intención es hacer power… Llegas tarde de pelotas y estás prácticamente condenado a no inventar nada, pero no vamos a juzgar a los bien encaminados italianos por eso aún, eso si, en el indicador de trascendencia se hallan como no-evaluables.
Menudo defensor no? De momento no han echo más que caerle palos a la banda de Turilli, la cosa no empieza bien… Vamos a ver que tal ese disco con el que me estrené ¿No?. Pues el primer elogio va a tener que esperar, pues el disco no empieza precisamente bien… tampoco precisamente mal, pero tras un a intro nada sorprendente (A estas alturas de la película no voy a arrodillarme ante un grupo de power que empieza con una intro) Rhapsody nos regala dos grandes mediocridades con ‘Sea of fate’ y ‘Crystal moonlight’… Un seis les echaría yo a ambas. No son malas desde luego, pero dejadme repetir la palabra mediocridad, y es que es la que a uno le viene a la cabeza cuando escucha el estribillo de ‘Crystal moonlight’. Que virtuosismo derrocha Turilli a las seis cuerdas y de que puta mierda le sirve a veces. Creo que con esa frase última he sido bastante gráfico, pero intentaré serlo un poco más. En contraste con bandas como Running wild (estos más speed) o Blind Guardian, hay bandas de power que echan muchísimo más de la música clásica… De ahí el error de mucha gente de definir el power metal como “Metal operístico” o “Metal mezclado con música clásica”. Bien, pues estas bandas que usan más la música clásica se dedican a veces a jugar a ver quien la tiene más grande (Hacer un gran espectáculo de velocidad, técnica y dominio del instrumento), exhibición increíble a veces, pero totalmente improductivo también en gran medida.
Tranquilos, porque no todo lo que van a caer son piedras. Pues debo destacar a tres canciones (aviso que no sigo el orden del track list) ‘Raiging starfire’ destacando el veloz riff de comienzo, podemos destacarle unas cualidades muy similares a las de ‘On the way to Ainor’. Y es que como una buena banda de power, hay algo que no puede faltar… Increíble es Fabio Lione con su voz, pero no es el el que hace que te levantes del asiento y quieras desenfundar la espada, pues de eso se ocupan unos coros de película. Me siento ridículo destacando el sonido de cuatro vikingos borrachos por encima de lo que nos regala Fabio en el minuto 1.30 de la octava pista. Poco hay cono el sonido de tal camaradería como la de esos coros, algo similar supongo que sucede con el estribillo de ‘Port royal’ de los de Rolf. La tercera canción de la que quería hablar es una de las joyas del disco, y se trata de ‘Reign of terror’… Gustando o no, es un buen ejemplo de lo que siempre debe buscar una canción del género, y es que por la cabeza te pase cualquier imagen grandilocuente y fantaseosa, y lo último que divises en tu mente sea una banda tocando la canción que escuchas. Menudas tres estocadas se clavaron los italianos. Quizás así entendáis cual es la forma en la que se disfrutan a estos ciertamente infantiloides caballeros. A todo esto Turilli se casca más de tres solos por canción, como ya he dicho, es de lo más técnico que te puedas echar a la cara, y aunque en ocasiones su virtuosismo esteriliza el sentimiento de sus solos, es un espectáculo digno de escuchar y apreciar.
Vamos a desmenuzar algunas canciones que comerían un poco a parte, pero que a su vez son de lo más Rhapsody que existe. La magia que puede conseguir Rhapsody no esta precisamente en esos tres cañonazos que he mencionado, sino en un tipo de canciones como ‘Danza di fuoco e ghiaccio’, que no llegando al nivel de canciones propias como ‘Forest of unicorns’, consiguen un resultado genial de música descriptiva. Flautas varias, sensación de divertida paz, vozarrón al canto, y uno cierra los ojos y se encuentra bailando al rededor del fuego con unos desconocidos gnomos en el bosque más verde que ha visto en su vida. Sabiendo que ahí siempre va a reinar la paz por brutal, siniestro y peligroso que sea el mundo más allá de esos gigantes arboles.
Vamos con el baladón de turno, pues Lione demostró ya hace tiempo que se le daba bien esto. Hay que decir que un Powermetalero que no sabe hacer una buena balada es un powermetalero en el paro. En presencia de Christopher Lee se nos demostró que estos Rhapsody estaban bien curtidos en este tema en el ‘Symphony of enchanted lands II’. Melancólica a veces y poderosísima otras es ‘Lost in cold dreams’. La acústica de turno esta presente en esta canción, pues una canción nunca será lo suficientemente moñas sin una acústica, y finalmente, tampoco puede faltar un solaco a lo ‘Good bye to romance’ solo que en el caso de este disco la mitad de bueno. Sea como sea, menuda pasada de canción que se marca Lione.
Dejo lo mejor para el final. El clásico tema de más de diez minutos a final del track list, en este caso el tema-título. Tras una narración principal arrancará de nuevo una acústica a la que sucede un tema épico de los que no harán historia en la puta vida, pero que nos traen un disfrute de cuidado. Esta vez Turilli si que actuará con sentimiento y asestará unos latigazos de tremenda dimensión, buen ejemplo de ello sería en el minuto 2.29. Once minutos dura dicha canción en la que brillarán todos los miembros del grupo. Mención debo hacer del trabajo de Staropoli al teclado, gran labor la que hace allí además de ser el alma del grupo. Temazo épico el que se marcan antes de un Bonus track que en este caso si que hace falta mencionar.
No tienen pérdida estos dos últimos temas regalados, en uno de ellos ‘Labyrinth of madness’ Turilli se ata una púa al pene y nos enseña de lo que es capaz de hacer ¿Se me entiende? Tengo miedo de repetirme. Nos regala una instrumental tan neoclásica como toda la obra de estos spaghettis, con una velocidad inhumana, haciendo sonar la guitarra nítida como un teclado. En cuanto a ‘Sea of fate’ orquestrada, un millón de veces mejor que su coñazo de versión original, vamos como que es terriblemente buena. Os invito a todos a poneros a mirar la luna en la noche más preciosa escuchando este temazo, que pese a ser la versión buena de un tema incluido en el disco, aparece como bonus track.
Para finalizar, vamos con los tópicos fuertes, y el primero es el tema de la calidad. Sea cual sea vuestra forma de evaluar la calidad, y la importancia muy relativa que esta tiene, a estos italianos les sobra por todos lados y han resultado tener un grupo increíble en ese aspecto y con un potencial de morirse. Repiten fórmulas, preguntarse si innovan algo es motivo de la risa más alocada… Pero bien alta que podéis levantar la cabeza aquellos que los disfrutéis, pues como motivan estos italianos a aquellos que los entienden… Muy orgulloso digo que a este disco le debo mi música.
Fuente: Elportaldelmetal
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