Descripción
Estamos ante una colección de temas trenzados entre sí, marcados por el tempo lento, la columna vertebral folk y los delicados punteos que se los llevan a un lugar extraña y paradójicamente esperanzador en contraste con la dureza de lo que se cuenta. Kozelek (voz balsámica y profunda, remojada en reverb) cavila sobre la idea de la ruptura y la pérdida, el ser abandonado por cometer errores imperdonables y el terror al sentir que no se está a la altura de alguien que ya se ha dado cuenta. Algunos consideran a Red House Painters un grupo de los que no se puede abusar «porque su música es demasiado triste». Siempre me ha divertido cuando se define de esa manera a música de este calibre emocional; es justamente esta música triste la que puede servir para sentirse aliviado en pleno caos emocional. No se trata de escuchar este álbum y quitarlo a los diez minutos porque te va a arrastrar a un pozo: se trata de sentirlo y usarlo como un reconfortante, como analgésico, cuando estás en el pozo; aprovechar su concisa articulación de lo que parece incomprensible para sentir que su peso es más ligero durante unos minutos.
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