Descripción
Quizá este disco escape a lo que en este foro estamos acostumbrados a reseñar pero quiero recomendároslo encarecidamente. Hoy me lo he vuelto a poner después de un tiempo y he pensado que era demasiado bueno como para no traerlo, demasiado bueno para dejarlo en el tintero sólo por consideraciones de géneros, límites que la música desconoce.
De quién hablamos:
Steve Ray Vaughan (SRV era su “marca”) fue un músico de blues, uno de los últimos grandes bluesman modernos. Su carrera discográfica comienza en el 83 y alcanza por desgracia sólo hasta el 91. Podríamos englobar su estilo dentro del blues texano, o incluso blues-rock. Con un sonido muy característico, siempre pegado a su stratocaster armada con un set de cuerdas que empezaban con una 0.013 (alambres para tender la ropa, unas cuerdas durísimas), una técnica envidiable y original y sobre todo con un talento y una pasión desmedidas, este tipo marcó un hito tardío en esta música cuando parecía que el elenco de los bluesman míticos estaba ya completo.
Como Hendrix, al cual versionó como nadie y quien fue una de sus principales influencias, fue una llama intensa y breve: en 1990, un cruel accidente de helicóptero extinguió esa llama, un pebetero olímpico en el caso de este hombre. Cualquier muerte es cruel pero esta especialmente porque Stevie acababa de escapar del fatal destino de Hendrix y tantos otros al superar una adicción al alcohol y las drogas que lo estaban consumiendo y apagando. Y todo para que ese estúpido azar aeronáutico se lo llevara un par de años después.
Para el que no sea un amante del blues o no esté excesivamente iniciado (no me incluyo en lo primero, sí en lo segundo) este disco puede resultar fácil de escuchar porque es 100% movidito, no hay ese blues lento de degustación para paladares más expertos. De hecho es muy cercano al rock, y vais a encontrar un rock n’ roll abriéndolo. SRV tiene además un sonido lleno de frases rápidas que se envuelven en sí mismas y progresan imprevisiblemente, cargado de dobles notas que lo hacen bastante salvaje e intenso, una fuerza de la naturaleza desbocada que es sin embargo capaz de una elegancia y una contención considerables, como veremos con los temas Lenny o Pride and Joy. Encontraréis que era un tipo con un estilo ciertamente atípico donde hay pocas frases manidas y mucho estilo propio. Y a la vez tenía un yo que sé en sus composiciones tremendamente cálido y entrañable, que a mí me recuerda al músico Phil Lynott, guardando las distancias evidentemente.
Veréis por otro lado que esta no es la historia de una tiránica guitarra que se masturba por espacio de 60 minutos con un par de tipos acompañando que casi no suenan castigados de cara a la pared. SRV es el plato fuerte pero veréis qué bien suenan y se manejan los Double Trouble, su banda.
Y si tenemos por aquí a algún purista de esos que consideran que el blues blanco no es más que un descafeinado hasta arriba de azúcar (y tienen argumentos de sobra, jeje) estoy completamente seguro que salvará a SRV de esa quema.
El trabajo que nos ocupa:
“Texas Flood” es un álbum descomunal de cabo a rabo, para mí el mejor álbum dentro de su corta discografía llena de álbumes buenísimos. Básicamente es un tema inmenso detrás de otro, pero destacan especialmente:
El de título homónimo al álbum, “Texas Flood”, donde Stevie demuestra que puede llenar 5 minutos casi contínuos de guitarra sin repetir motivos ni fraseos, todos sublimes. Un tema de monumentalidad faraónica, para quedarse pasmado segundo tras segundo, con un tiempo más lento que otros pero de una gran intensidad que además no decae ni un instante. Con ese sonido entre crujiente y cristalino que sólo sus manos gigantes pueden sacar de una guitarra con unas cuerdas de ese calibre, Stevie nos cuenta que su Texas se ha inundado, y él no encuentra a su mujer. Ciertamente el tema tiene algo de ciudad siendo arrasada por un desastre natural.
“Pride and Joy”, posiblemente uno de sus blues más recordados, con una letra simple, realmente tierna (que pierde el plus de la rima al traducirlo):
Bien, habrás escuchado que el amor da la vista al ciego,
Pues el amor de mi chica hace que el sol brille […]
Sí amo a mí nena con todo mi alma y mi corazón,
Un amor como el nuestro nunca envejecerá […]
Amo a mi nena como al vino más exquisito,
(estaré) pegado a ella hasta el final de los tiempos[…]
(estribillo) Ella es mi pequeña dulce cosa, ella es mi orgullo y mi felicidad
Todo ello emparedado en un blues magistral, redondo.
“Lenny”, increíble, exquisito Jazz-Blues compuesto por Stevie a su mujer Lenora. Es de una ternura y delicadeza extremas y paralelamente, de una riqueza técnica y musical asombrosas. Para mi gusto, de las mejores canciones de amor (fuera de los patrones estándar claro) que se han compuesto. Este tema es de una altura musical inconmensurable
Y vamos con un poco de caña, poned “Rude Mood” y decidme que tal. Rápido, si no frenético, a Stevie le gustaba mucho buscar sus límites técnicos y lo hacía en temazos como este con sabor a boogie. Si os ha dejado flipados y con ganas de más dad un saltito al segundo álbum de SRV, “Couldn’t Stand the Weather”, y ya me diréis que os parecen los dos primero temas. En este disco encontraréis un corte parecido, “Testify”, también un “trallazo blusero”.
El resto de pistas no tienen tampoco ningún desperdicio:
“Love Struck” es un rock n’ roll muy pegadizo, más desenfadado y menos cargado que el resto del disco, para abrir sin asustar.
“Dirty Pool” es similar a Texas Flood, más lenta pero al rojo vivo, intensísima, con Stevie haciendo un ritmo de muñeca supersónico.
“Mary Had a Little Lamb” es una interpretación de la canción infantil “María tenía un corderito” que es un puntazo, con esa frase de intro tan pegadiza y genialmente construída.
“I’m crying”, más en la onda de Pride n’ Joy, más dosis de esta sabrosa medicina.
Nada más. Espero que disfrutéis con uno de mis músicos favoritos.
Fuente: Elportaldelmetal
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