Descripción
Me encanta el Rock Progresivo de los 70’s, por su versatilidad, su ingenio, su creatividad y demás cualidades que en estos momentos son poco convenientes de describir. Creo firmemente el hecho de que esta escena parió piezas esenciales no solo en el ámbito del Rock, sino en el de la música en general. Empezando por el futurista e influyente sonido de King Crimson, pasando por cortes más anclados al folk como los enormes Jethro Tull y terminando en esa escena tan abstracta y poco convencional que invadió a Alemania en pleno auge del Rock Progresivo denominado como “Krautrock” con gente como Can o Faust como sus principales exponentes. Es una escena tan rica y diversa que no la ha hecho falta ninguna clase de revival que venga a reivindicar el género y los que lo han intentado han fallado estrepitosamente, aunque algunos casos han tenido su miga, como lo nuevo de Änglagård o los proyectos de Steven Wilson, pero fue de ahí los demás solo han sido copias carentes de la pasión e ingenio que envuelve a este género. Uno de sus casos más resonantes han sido los suecos Opeth con su polémico disco “Heritage” en donde la banda terminaba de mutar su estilo hacia un Rock Progresivo puro pero sin mayores sorpresas.
Opeth fue una banda que durante un buen periodo de tiempo sacudió la escena a base de una combinación de Metal Extremo con elementos progresivos que envolvían de belleza y riqueza tan innovador sonido que, pese a quien pese, fue algo fresco en aquel momento, pero como todo en la vida tiene su fin, también lo tuvo la creatividad del bueno de Mikael cuyas ideas ya se empezaban a desgastar desde su último gran disco “Ghost Riveries”, ya para “Wasterhead” toda clase de genialidad se había diluido, y lejos de reivindicarse 3 años después solo decepcionaba a la parroquía con una copia a papel carbón de los más geniales Jethro Tull, Genesis y Camel ¿Y que seguía después de ello? No mucho a decir verdad. Mikael declaraba con vehemencia el como ya estaba cansado del Metal Extremo y que su viraje al Rock Progresivo simplón de “Heritage” era definitivo y no tenía vuelta atrás, y así mismo se proponía 3 años después a sacar su nueva placa de estudio “Pale Communion”, la décima de la banda y la prueba definitiva si Opeth ya se habían ido por el caño de la mediocridad y la falta de ideas.
Las primeras impresiones que surgen al enfrentarse con la nueva placa de Opeth es que casi más de lo mismo que encontramos en “Heritage” pero con “nuevos” aspectos e ideas que hacen de este un disco un poco más entretenido y solido que al anterior, y digo nuevo entre comillas porque estos elementos son viejos trucos empleados por la banda en anteriores entregas y que rescatan en este álbum, aunque no tiene por supuesto nada que ver con los growls del bueno de Mikael o ese tono pesado que tenían los instrumentos cuando la banda viraba a un sonido más anclado al Metal Extremo. Estos elementos son más bien arreglos de guitarra y secciones cuyo sonido rescatan en cierto modo la melancolía y serenidad que tenían las antiguas producciones de Opeth, aunque todo ello viene empaquetado en órganos y guitarras suaves que intentan emular un Rock Progresivo más puro y sin mayores sorpresas.
“Eternal Rains Will Come” abre el disco de una manera bastante interesante, con un intrincado patrón de batería y un sonido más único de la banda, aunque no al 100% pues las inevitables influencias siguen ahí presente. A la mente me saltan referencias como King Crimson (el comienzo de “Faith in Others” es totalmente calcado de la genial “Epitath” del “In The Court of the Crimson King”) o Deep Purple, sobretodo por el sonido más directo y técnico en que se basa esta composición y la manera en que se desenvuelven los teclados.
La voz de Mikael ha mejorado enteros en este disco exponiendo ante nuestros oídos un tono más cálido, solido y afinado que de costumbre dándole un acabado interesante a los temas, sobretodo en “Cusp of Eternity” o “Voice of Treason”, estos también contando con un acabado instrumental mucho más interesante y directo que en su entrega anterior, pero que analizando de manera más detenida y profunda no ofrece mayores sorpresas ni se queda grabado en la mente como temas de antaño de la banda, porque sin duda la habilidad está ahí, ya que por ejemplo el solo en “Cusp of Eternity” es bastante bueno y no sé puede negar, pero carece de ese sentimiento que inundaba los sentidos en entregas anteriores de la banda.
Otros temas como “Moon Above, Sun Below” y “Elysian Woes” ofrecen momentos interesantes y entretenidos con progresiones muy al estilo de la banda recordando por momentos lo que dejaron atrás en discos como “Wasterhead” y “Ghost Riveries”, pero sin embargo el disco sigue pecando de poco memorable y en muchas ocasiones aburrido. Las melodías y la técnica están ahí, pero ya no se siente la misma pasión y alma de viejas composiciones como “Harvest” o “Moonlapse Vertigo”, o siquiera de otros no tan enormes como “Lotus Eater” o “Ghost of Perdition”, y no es solo el hecho de que esa pasión ya no se haga notar, sino que el uso de recursos ya trillados por otras bandas de la vieja guardia hacen que este digo pierda frescura y originalidad, esos mismos aspectos que en su día tuvieron.
Viéndolo desde un prisma objetivo, “Pale Communion” cuenta con una instrumentación bastante lograda y un Mikael con una voz bastante pulida y mejorada, además de que la producción del mismo es bastante trabajada y cristalina distinguiéndose todo los instrumentos de manera clara, pero bajo escuchas exhaustivas el disco no deja mucho que otras bandas no ofrezcan y hasta de una mejor manera (Änglagård o Cynic se me vienen a la mente) y eso hace que los nuevos esfuerzos de Opeth no dejen un sabor agradable para el recuerdo.
El progresivo de los 70’s no es para nada malo, tampoco gafapastas ni para “maricas”, porque negar la genialidad de piezas como “Cat Food” o “Baker St. Muse” es cuanto menos dejarse en evidencia para no acuñar otros calificativos innecesarios, pero el problema reside en cuando intentas emular ese sonido sin algo que ofrecer, sin pasión y sobretodo sin la genialidad y personalidad que ofrecían estas bandas, porque otra cosa que caracterizaba a las mismas es que cada una tenía un sonido distintivo por el cual la podías reconocer ipso-facto si eras familiar con dichas bandas, pero lo que Opeth ofrece es una amalgama de influencias licuadas con 3 gotas de lo que dejaron en sus últimas entregas en donde utilizaban aún ciertas influencias de Metal Extremo y a la final deja mucho que desear. Sorpresas, riffeos memorables, secciones acústicas impecables y con sentimiento (aunque las secciones intermedias de “Moon Above, Sun Below” y “Goblin” no están para nada mal), ese acabado perfecto de melancolía y belleza que recubría con delicadeza la música de la banda. Nada de eso se encuentra en este disco, o al menos no bajo mi punto de vista, pero eso si, temas como “Voice of Treason” le da un aire fugaz de genialidad y entretención al disco, pero nada para remarcar o asombrarse.
“Pale Communion” puede ser un disco disfrutable para aquellos que quieran experimentar esos viejos sonidos bajo la tutela de Opeth, pero nada nuevo encontrarán aquí que no puedan encontrar y ejecutado 10.000 veces mejor en cualquier disco de Rock Progresivo de los 70’s. Buenos momentos los hay, claro que sí, pero cuando un álbum se basa en momentos y no en temas completos la cosa empieza a cojear y bastante.
Fuente: Elportaldelmetal
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