Descripción
Suena un gong de apertura y las cornetas nos dan la bienvenida. Nos hacen presagiar lo que se acaba convirtiendo en una realidad tan tangible como el sonido que logra la banda. Un sonido corpóreo, doliente, a veces grasiento de lo sudado, pero por encima de todo veraz e inmenso. Solo el inquietante crescendo de la épica pieza inicial “Victory Dance” ya es la antesala de una obra que nos recupera la mejor versión de My Morning Jacket. Esa versión de músicos capaces de trabajar el sonido, pero sin olvidarse de las melodías, logrando por encima de todo un estilo único en sí mismo y plenamente reconocible.
Cierto es que su anterior trabajo “Evil Urges” es también un gran disco, pero es evidente que carece de la unidad de este,. Un sentido de lo homogéneo que puede concebirse como un viaje a través de las múltiples facetas de la banda de Jim James, pero sin perder el norte en ningún momento, sabiendo llegar siempre a puerto.
Solo hay que ver la forma en que unen un tema de tintes clásicos como “Circuital”, que bien podría haber sido incluido en un disco como “It Still Moves”, con un tema más ligero como “The Day Is Coming”, que tiene ese punto soul soleado que tan bien sabe trazar la banda de Louiseville. Tras esta suena el punteo de una acústica y aflora en “Wonderful” la delicadeza folk que tan buenos resultados les ha dado a Fleet Foxes. Es ahora una vez ya en el ecuador del disco, cuando la banda nos ofrecen dos de esas canciones rotundas que marcan la valoración del álbum: Por un lado ese “Outta My System” basado en un simple golpeteo de batería y un riff saturado que va creciendo a la par que el estribillo, para luego conectar con otro de los grandes temas del disco. Me refiero a esa sorprendente, dura y vacilona “Holdin On To Black Metal” en la que los coros de los niños logran ese punto entre coral y épico, apuntalado por la guitarra distorsionada y una acertadísima línea de bajo.
Tras esta un pequeño acercamiento a la herencia Zeppeliana en “First Light”, para rematar la faena en una recta final del disco que aunque mantiene el tipo con temas como la dinámica “You Wanna Freak Out” la más comatosa “Slow Slow Tune” basada en un vibrato de guitarra que suena a gloria bendita y que es otra de las múltiples aristas de este poliedro llamado My Morning Jacket. Un disco que cierran con una deliciosa balada a ritmo del vals como “Movin Away” en la que la voz de Jim James suena casi por primera vez de esa forma tan espiritual y aguda.
Disco, por tanto, que debe concebirse, analizarse y degustarse como un todo, sin separar las partes, y aunque no esté a la altura de obras como “Z”, “It Still Moves” o “At Down” se les acerca bastante, pues no reinventa nada que no hayamos escuchado previamente, pero si engrandece un cancionero sin desmerecer la leyenda. Lo cual a estas alturas de la jugada ya es mucho más de lo que pueden decir la mayoría de grupos.
Fuente: MondoSonoro
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