Descripción
Para un grupo que había estado publicando un disco con periodicidad anual, cuando no dos, un paréntesis de seis años era una eternidad. Los proyectos en solitario habían comenzado y en este retorno estaba por ver el grado de compromiso que tendría cada uno de los miembros de la formación, que no da la sensación de que sea mucho. Por si fuera poco, tras la grabación del álbum y antes de salir de gira, Pinder abandonaría a sus compañeros y nunca más volvería a formar parte de los Moody Blues. Bueno, quizá le echaron y acordaron no contarlo así, puesto que su última composición, ‘One Step Into The Light’, es de un mal gusto notable porque canta él mismo y parece querer emular a los cantantes melódicos de baladas, feneciendo en el intento porque su técnica vocal es muy limitada. Quizá el resto de la banda le dijo: “Mira, Mike, para hacer esta basura mejor te largas y te dedicas a otra cosa que no sea la música”; pues eso es lo que precisamente hizo. Su relevo fue nada menos que el suizo Patrick Moraz, quien ya había sustituido al insustituible Rick Wakeman en Yes en 1974. La diferencia entre Pinder y Moraz es evidente: lo de Pinder era el mellotrón y Moraz era más de sintetizadores.
Así, en ‘Under Moonshine’ emplean arreglos orquestales reales, como si tampoco tuvieran confianza en lo que pudiera provenir del mellotrón y mucho menos de los sintetizadores. Tampoco es que hubieran mejorado lo que es una discreta balada de Thomas. En el polo opuesto, la grandeza de enérgicos y épicos temas anteriores como ‘Gypsy’ la encontramos aquí en ‘I’ll Be Level With You’, la cual engancha desde sus acordes iniciales y luego va fluyendo entre secciones más rápidas y otras más contemplativas, añadiendo notables armonías corales por el camino. La coda instrumental con un gran solo de guitarra y a continuación un algo pomposo final de teclado de corte sinfónico, redondea el resultado final. Para algunos les puede resultar demasiado comercial, pero su gancho es innegable. Sorprende que sea una composición del batería Edge, la única aportación suya.
Hayward no está en buena forma y su aportación al álbum no es nada halagüeña. Las baladas ‘Had To Fall In Love’ y ‘Driftwood’ aburren hasta a las ovejas, aunque no llegan a caer tan bajo como la composición de Thomas ‘I’m Your Man’, quien parece querer emular a los cantantes más mediocres del festival de San Remo. En ‘Top Rank Suite’ se anima un poco más pero el tono es muy distendido para tomarlo como una propuesta seria. El único momento en que recobramos algo del gran Hayward que una vez conocimos es en ‘The Day We Meet Again’, pues por fin se escuchan bellas melodías bajo su calidad voz, seguidas de un solo de guitarra sencillo pero muy emotivo. Solo tiene un defecto, y es que se alarga demasiado por culpa de una coda demasiado invariable.
Por lo que respecta a Lodge, resulta curioso que sus dos composiciones (‘Steppin’ In A Slide Zone’ y ‘Survival’) tengan ambas dos largas introducciones en las que no sabemos bien si está sonando el disco o algo se ha bloqueado. En ‘Survival’ parece que estemos escuchando, según en qué momento, a The Byrds, Love (los versos “It wouldn’t be much tho’ / It wouldn’t be anything you didn’t know” están cantados igual que lo haría Arthur Lee) o a los propios Moody Blues. Lo peor es su estribillo demasiado simplón, aunque es un buen tema. En ‘Steppin’ In A Slide Zone’, más de un minuto debe transcurrir para que, tras un comienzo de inquietud, entre una animada parte que recuerda a otro de sus temas, ‘Tortoise And The Hare’ de A Question Of Balance.
En resumen, estamos ante un irregular retorno de calidad inferior a todo lo que hicieron desde Days Of Future Passed. Lo cierto es que The Moody Blues había sufrido una metamorfosis porque más que un grupo musical se comenzaba a transformar en un negocio, de ahí que su discografía decaiga a partir de ahora y queden como un vestigio de otra época con sueldo fijo en Las Vegas. Así pues, estamos ante el principio del fin. A partir de este momento, todavía encontraremos alguna canción memorable a la altura de la leyenda de la banda, pero todo rodeado de la mediocridad más absoluta. Solo hay que echar un vistazo a este disco y pensar que a partir de ahora, como máximo, podrán igualar el resultado obtenido aquí. Que nadie diga que no se le avisó.
Fuente: Jesusgran.wixsite.com
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