Descripción
Siempre me ha alegrado y reconfortado, más allá de si el resultado final después es mayor o menor trascendente, eso de que solistas o bandas decidan apostar por lanzar un proyecto conjunto un poco ‘sin venir a qué’. Con las giras estamos más acostumbrados. Dos nombres propios con mucho en común que deciden cruzar repertorios, compartir temas, en fin… Todo eso que hemos visto hacer a grupos o artistas que con una dilatada trayectoria buscan sumar algún estímulo en lo personal y en el bancario. Es bastante menos frecuente en lo que a trabajos de estudio se refiere, aunque, piedra a piedra y gota a gota, la balsa se va construyendo y llenando. Tenemos todos los registros de colores posibles y con resultados de lo más variopinto. Como caso extremo (del malo) a Lou Reed con Metallica (aunque no creo que fuese para tanto) o los muy positivos de Arizona Baby con Los Coronas, por citar uno de muchos, como bien podría ser el de Enrique Bunbury con Nacho Vegas, el de Albert Pla con Pascal Comelade, en fin… Un largo etcétera. En ese ámbito, lo que iba a ser primero un single puntual, venido a más a epé, se ha consolidado con un larga duración de pleno derecho y el primer disco conjunto de Los Estanques con Anni B Sweet. Dos nombres propios con el suficiente empaque propio como para no tener que inventar otro término y como para que de primeras no nos chirríe su unión, pues ambos han hecho gala siempre de una completa libertad para evolucionar en sus propias carreras como para encontrar nexos de unión y compartir esta Burbuja Cómoda y Elefante Inesperado.
Anni B Sweet siempre me pareció la más perdurable y recomendable autora de esa escuela de voces que mezclaban la candidez melódica, lánguida y melancólica, con cierta garra encubierta, en una suerte incatalogable de fusión de estilos que iban del folk al pop, pasando por el indie y cierto toque soulesco y que tanto se puso en boga en la segunda mitad de la primera década del tercer milenio. Era un patrón básico que generó muchos nombres similares y de los que, curiosamente, prácticamente solo queda ella en activo.
Previendo cierto agotamiento y porque en directo se le veía que ‘esas líneas’ se le quedaban pequeñas, apostó en 2019 por dar el salto definitivo, no solo al castellano, sino también a un sonido mucho más poderoso en distorsión y percusión, haciendo un rock y pop de aires sesenta y setenta, con algo de psicodelia controlada, con el álbum Universo Por Estrenar, destacado por muchos medios entonces como uno de los discos del año pero que a mí me gustó por la valentía y en detalles pero que quizá, visto hoy, se antojaba como un paso de transición (incluso en lo vocal) para lo que llega en esta ocasión.
Claro, tiene mucho que ver la compañía. Y es que Los Estanques llevan ya varios años significándose como una de las formaciones más inspiradas, evolucionadas y en estado de gracia de ese circuito independiente que no es complicado encuadrar en lo que podríamos llamar ‘rock’ o ‘indie’. Abrazando ambos estilos y oscilando en lo que denominan como pop psicodélico progresivo, el cuarteto liderado por Iñigo Bregel y en el que le acompañan Germán Herrero (guitarra), Daniel Pozo (bajo) y Andrea Conti (batería), se terminaba de hacer un sitio en la escena con un IV que si no explotó todavía más fue por causa de la pandemia, que limitó su recorrido en directo.
Además de ofrecer a esta causa alguno de sus cuarenta temas que se acumulaban en el zurrón para sus distintos proyectos (otros sí que han sido compuestos y construidos para la ocasión a medias con Anni B Sweet) es Bregel el que se ha encargado de la grabación, mezcla y producción entre sus estudios en Madrid y los de Cabaraña de Strope (Lanestosa), además de grabar baterías, percusiones, bajos, guitarras, teclados, coros y voz, contando con la banda de manera puntual en varios temas. El proceso de masterización ha sido realizado por Ibon Larruzea en Euridia Estudios de Bilbao.
Sin ser conceptual, hay un hilo conductor fuerte a lo largo del disco o, simplemente, que el resultado es lo bastante cohesionado gracias a los denominadores comunes del amor, la libertad y la armonía de matices y atmósfera como para que la cosa pueda tener un sentido más o menos unitario.
La lista se abre con el tema partido en dos partes, ‘He Bebido Tanto (Que…)’ y ‘(…Estoy) Muerto De Sed’. El primero con una intro delicada de piano y voz que crece en el final de la coda para conectar con el sonido retro-espacial y setentero (también con aura de musical) de la segunda parte. La fanfarria de sintes y metales, el juego de voces entre Anni e Iñigo y la innegable vis teatral nos colocan rápido en este mundo propuesto, donde el surrealismo –ya encontramos imágenes al revés, para descolocar la dimensiones- no abandonará tampoco el metraje.
‘Bla, Bla, Bla’ se lanza a rebato rítmico potente con coros y toda la banda en estruendo y al unísono con pequeños interludios para coger resuello. Es otro ejemplo congelado en el tiempo de lo buscado por Anni y lo macerado por Los Estanques. El punto retro se deja también notar en los arreglos y en las cadencias, tiene algo de ese rollo kinki-délico ‘Tu Pelo De Flores’, donde la raigambre castiza también asoma de nuevo en la voz de Anni. ‘Yo Me Voy De Aquí’, de nuevo compartida a dos voces, deconstruye la melodía con una suerte de arpegios en un corte donde destaca la presencia de la línea de bajo y la turbiedad voluntaria de teclas y batería.
Ante un tema de tan compleja estructura, ‘Brillabas’ recupera el pulso de la accesibilidad con una melodía y hechuras que suenan desde la primera a gran single y celebración en los conciertos. Parece esconderse un guiño en la letra al ‘Sé De Un Lugar’ de Triana y en las formas quizá tengamos también algo de esencia de ese rock eterno de Jesús de la Rosa y los suyos, tanto en la potencia, como en el inesperado break musical con esa batería racial de Tele. Siguiendo con una notable plasticidad, ‘El Sol No Ha Salido Hoy’ tira de melodía arabesco-oriental, apresada entre vientos y voces y efectos que entran y salen por los canales de manera abrasiva. Para mí, una de las grandes del álbum.
La ‘cara B’ se abre con ‘Tampoco Estoy Tan Lejos’, que se mueve en términos de interludio, haciendo que las voces de ambos se aletarguen bajo el peso principal de teclas y unos coros difuminados entre ellos. La parte final irá cogiendo cuerpo para enlazar con ‘Caballitos De Mar’, un corte donde se recupera el piano más límpido para el fraseo y el aire disco funk de la base rítmica. Más densa y briosa se presenta desde el arranque ‘Llévame Al Cielo’, con un magnífico bajo latente y machacón y delirios de distorsión guitarrera con Anni yendo más allá de sus dominios habituales. La épica del estribillo termina de redondear otra de las grandes.
En el trío final, ‘No Te Preocupes’ ahonda en terrenos jazzies si bien el desarrollo volverá a devenir en psicodelia vigorizada a lo ascensión nirvánica. Y si la presentación se dividía en dos cortes del mismo todo, algo así ocurre en la despedida con ‘Vuelve A Amanecer’ y la postrera ‘Vuelve A Anochecer’. La primera es una intro de naturaleza instrumental, de nuevo muy jazz, mientras que la segunda es una suerte de nana corolaria con chispazos de mayor tensión “¿Quién quiere volver a caer en los cráteres de tanta tragedia? Nadie quiere ser el hazmerreir en esta falsa comedia”, declamado al más puro estilo Mari Trini.
Los Estanques y Anni B Sweet apuntan desde la autogestión a un diferenciarse con una propuesta que, sin lugar a dudas, apunta musicalmente muy por encima de la media de los círculos en los que se mueven. Serán incluidos, seguro, en todas las listas de discos de este año. Ya solo falta que el público también sepa valorar de forma cuantiosa una colección de canciones que tiene más enjundia que la parafernalia oportunista de otros compañeros de cartel y/o generación.
Fuente: Rocksesion
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