Descripción
Hace un puñado de días se cumplieron 50 años sin la Bestia de Seattle habitando el que sin lugar a dudas no era su planeta. Dudo de su partida de nacimiento y creo que esos rastros de vida que se encontraron hace poco en Marte son de sus ascendientes.
Para celebrar ese aniversario y la injustificable ausencia de reseña alguna en éste nuestro Exilio de alguno de los diamantes de su comprimido y extraterrestre legado, vamos a intentarle ponerle remedio comentando su disco más revolucionario y por otro lado soulful al que este escribiente tiene un especial cariño.
Tras despegar en el planeta azul con un debut 10 en la escala richter, llego este segundo LP con la estética al uso imperante de culto a Vishnu, al amor libre y universal profundizando mucho más en el concepto de power-trio siempre tan electrizante y del que fueron pioneros.
Os cuento una anécdota: en una encantadora casa de turismo de habitación cerca de de la bella Saint Emilion entre los plácidos viñedos de Aquitania, coincidimos con unos dueños encantadores en un aniversario de boda. Estábamos solos como huéspedes y nos trataron como reyes. Ellos eran ingleses, en concreto Jonathan, el señor, de la City de Londres, un viejo mod que me contó lo siguiente:
El inolvidable día en el que el aparcó su Lambretta con sus mejores galas modernistas en la acera del Marquee a ver a un guitarrista americano que se estrenaba con su sección de ritmo inglesa. Tras dicha experiencia religiosa tuvo claro que ponía en venta su «secadora» italiana, su polo Fred Perry para la Charity Shop y sus pisamierdas directos al cubo de la basura.
Tal fue el impacto que tuvo dicha actuación que cambió el rumbo de la música rock y de la cultura juvenil inglesa y en meses la internacional salvo España claro. Si lo fue para bien o para mal es para gustos. Lo que fue sin duda es «para diferente».
Alex de Cooper/Flechazos mantiene la máxima de que Bob Dylan con sus sesudas letras y su horrenda voz se cargó la mágica canción pop de 3 minutos. No le falta razón pero también debería añadir a Jimi como supremo dinamitador del invento. Al testimonio del viejo Jonathan me remito, mod más ortodoxo que él nunca lo habrá, lo vivió, ni Paul Weller que es, por supuesto, de segunda generación.
Nuestro amigo cockney y su esposa Maureen, de las primeras clientes del Baazar de Mary Quant, nos dejaban la boca abierta con sus viandas y con sus batallas legendarias de una época en que a todos nos hubiera gustado tener 18 años pero daban por sentado que ese concierto en el viejo Soho del príncipe gitano de la Strato dio al traste con todo lo anterior y marcó una nueva era, la de Aquarius.
Y es cierto que el debut eran todo singles y rocas fundacionales de un tipo de sonido tan copiado y trillado que me lo hizo aborrecer durante años a Cream y Taste hasta recuperarlos hace pocos años de nuevo como todo lo que inicialmente te hace tilín pero Axis Bold As Love es otra cosa, una mega cosa.
Lo veo principalmente como un disco de homenaje al aprendizaje de su maestro Curtis Mayfield, entonces en los Impressions, una figura clave en todos los ámbitos musicales nacidos de las corrientes de los sesenta. Su poco intrusismo, siempre al servicio a la canción, su carácter de arreglista innato, su mariposeo 6 cuerdas y además su voz y elegancia, todo eso de Curtis alucinaba a un Jimi en pleno vuelo de vuelta a Saturno. El soul del de Chicago arrebató a la estrella y se convirtió en fuego eterno con esta obra maestra de la Experience que es Axis Bold As Love.
El groove a la Mose Allison de Up From The Skies ya emboba con esas guitarras sabrosas por el canal izquierdo y llama mucho la atención que los silencios pasen a ser parte de su creación al modo jazzero modal de otras dos obsesiones: Miles y Coltrane.
La hippilonga Spanish Castle Magic en sus estrictos 3 minutos trae abajo la teoría de Alex y se aferra más a las propuestas del Are You Experienced pero ahora la Fender llora de manera diferente, digamos que ha encontrado su propia e inimitable vía de expresión. La voz también ha ganado en jondura. Un vocalista muy infravalorado por la ciega obsesión panroquera por la guitarrita.
La mítica figura inicial de Wait Until Tomorrow (referencia tanto para Caetano Veloso como para los Doobie Brothers) y su desarrollo es puro Curtis pero tamizado por ese sonido distintivo de Hendrix, tan propio y pop en los coros del estribillo que le convierten en una gema favorita de su cancionero.
La más boogie Ain´t No Telling cabalga libre y al viento con un brío que haría suyo pero a su manera Rory porque a pesar de que el propio Jimi dijera que era mejor guitarrista el irlandés que él, eso no se lo cree ni San Pedro. Quizás es porque Jimi no era de este mundo, entonces si que lo compro. Hay una dimensión espiritual que entronca más a Hendrix con Coltrane y algo de I´m Black and I´m Proud, duende en definitiva, que esta fuera de todo debate. Él es el mejor guitarrista que visitó la Tierra, punto.
A veces le veo el origen esclavo en su quejido tan negrata, ese que también se ve en James Brown, maybe the last time.
La pom de este maravilloso disco es Little Wing porque él no se prodigaba mucho en slow songs pero cuando las componía clavaba su alma en ellas como afilados dardos. Sus letras tan de su tiempo, su voz más soul y esa guitarra que canta por encima otra tonada hacen de esta pedazo de joya (no llega a dos minutos y medio) una de las más suculenta de su repertorio: una auténtica pastilla Avecrem. Lo repetiría con Angel. Los Experience se salen con su acompañamiento ya que todo no va a ser mérito de la Bestia. Noel y Mitch están de categoría superior, como siempre.
If Six Was Nine, el clásico del flower-power es ya puro White Stripes y su toque de psicodelia la convierte en un cierre de una de las mejores caras de un disco de música, estilos y periodos ever. Si no recuerdo mal está en la B.S.O. de Easy Ryder.
Impecable cara A, impecable.
Quizás sea la cara B la que tenga la culpa de que este disco sea tenido en cuenta algo por debajo en categoría que el debut y su siguiente obra maestra en formato de doble pero aunque no llegue al clasicismo de Museo de la primera, advierte de lo que se viene para el tercer y definitivo álbum de la Experience.
Mucho más efectos y confusión en los ecos, experimentación y desfase pero siempre en una medida alucinantemente equilibrada como en You Got Me Floating.
Vuelve al tema de los Castillos con la del fraseo dylaniano, es decir, Castles Made Of Sand que me hace tras su escucha acudir a Love y Arthur Lee, hermanos gemelos.
La cesión de un tema a Noel con She´s So Fine hace que tenga su representación el lado más Swinging London y The Who y tiene su gracia porque suena mucho a la inocencia de un grupo tocando en su lonja.
One Rainy Wish aunque tiene menos carga soul y de emoción que Little Wing, es una injusta olvidada ya que tiene un desarrollo muy moderno para su época y un trabajo a la guitarra enorme y preciso.
La caña vuelve con la fantástica Little Miss Lover, qué riff pardiez!, te pone a mil y luego la guitarra se eleva como helio a las alturas. Me acuerdo de nuevo del viejo mod inglés y entiendo por qué fue directo a comprarse una camisa estampada de cachemir a Carnaby Street tras salir del Marquee.
El cierre con la que da título al disco es impresionante: menudo himno, menudos arpegios y caídas en picado de la stratocaster, pedazo de toma vocal. Y es que Jimi fue un atrevido con el amor y así le fue para lo malo y para lo bueno Y tras lo que parece un final, viene el redoble de Mitch y luego una coda de ensueño de poesía eléctrica sideral
Este disco es monumental y la prueba fehaciente de que Jimi no era de este planeta.
En este aciago 2020 del que podemos creernos todo lo que venga y más, no estaría nada mal que la Bestia retornara de Marte para achicharrar al virus a base de vatios pero que no se olvide de llenar su zurrón de cuero marroquí de vacunas en forma de canciones de la categoría de las de Axis Bold As Love.
Fuente: ExileshMagazine
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