Descripción
Algunas de las canciones aparentemente lentas que encontramos, en realidad no lo son tanto. ‘Oh My Pregnant Head’ posee una prominente percusión y las hipnotizadoras guitarras distorsionadas tan omnipresentes en el disco, además de una manera como cansada de cantar que convierte este tema en el ‘I’m So Tired’ de los Flaming Lips. Precisamente muy al estilo del Lennon más básico y directo, como si hubieran incluido algún tema del Anthology de éste (pues incluso incluye el silbido como recurso estilístico) suena ‘Chewin The Apple Of Your Eye’. Bajo el no-título de ‘*******’ se esconde la versión de una vieja canción folk titulada ‘Plastic Jesus’, también aquí en formato acústico y que actúa de respiro entre tanta orgía sonora. En cambio, ‘Moth In The Incubator’ puede parecer un momento de relax, pero es un tema multiparte que va cambiando se convierte en otra potente pieza de potente batería, fieras guitarras y disonancias controladas. A partir de los tres minutos, aproximadamente, se llega a uno de esos momentos de nirvana rockero para finalizar el tema de manera apoteósica.
El gran éxito que los catapultó a la fama fue ‘She Don’t Use Jelly’, canción que incluso les hizo aparecer en aquella infame serie juvenil de los noventa titulada en España 90210: Sensación de vivir (seguro que cosas de la Warner Bros.), seguida masivamente por los quinceañeros del momento, excepto unos pocos irreductibles entre los que me encontré yo. En YouTube puede consultarse ese momento de extraña unión entre el arte y el consumismo. Sobre la canción, su reconocible riff y su pegadizo estribillo, incluso cantable, aseguraban un relativo éxito como el que obtuvieron. Resulta curioso que nadie se escandalizara especialmente en ese momento, puesto que en la primera estrofa se nos dice que una chica prefiere usar vaselina antes que mantequilla o gelatina… menos mal que antes se nos dice que va a preparar una tostada para el desayuno. Resulta imposible no caer rendido ante las pegadizas melodías de ‘Be My Head’, simples y efectivas como si fueran un grupo de pop, pero con una instrumentación mucho más compleja y sutil que la que correspondería a un grupo de pop. En ‘Superhumans’ puede escucharse el sonido de clavecín, tan psicodélico pero tan poco empleado por la banda.
El comienzo resultón de ‘When Yer Twenty Two’ luego no se ve acompañado por un desarrollo tan brillante, pues da la sensación de que no acaba de arrancar del todo. Eso es precisamente lo que sí consiguen en la final ‘Slow Nerve Action’, quizá el mejor tema de todos, que ya es decir. En ella, la conjunción del prominente ritmo, las melódicas líneas de guitarra que van cayendo, el teclado que conforma un aura mágica (impresionante sección instrumental a partir de los 2:50) y la voz de Coyne que aquí suena celestial, conforman un conjunto irresistible que finaliza el disco de la mejor manera posible, pues además poco a poco van desapareciendo los instrumentos hasta que solo queda la misma estruendosa batería del comienzo.
Les costó seis discos llegar a la excelencia pero finalmente lo lograron, también gracias a la aportación del nuevo batería Drozd y del habilidoso guitarrista Ronald Jones. Pero no fue un oasis en el desierto, puesto que a partir de ahora comienza a desplegarse la inventiva de Coyne y compañía, conformando el origen del prestigio que les ha acompañado desde entonces.
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