Descripción
Iván Ferreiro tiene todo lo que necesitaría un artista para dejarse de experimentos y vivir de rentas del pasado: estar en la cincuentena, cosechar un abanico de éxitos inmortales que se cantan solos y poseer una de las habilidades letrísticas más buscadas por las grandes voces del país. Sin embargo, el conformismo no parece ser uno de los rasgos que mejor le definan, pues luego de cerrar una etapa profesional y personal de lo más marcada de la mano de esa suerte de recopilatorio titulado 15 Años Entre Canciones para el Tiempo y la Distancia (2019), el cantautor gallego ha querido trazar una línea perpendicular que va desde su sonido más reconocible hasta un producto sorprendente e innovador que reivindique su mirada más plural, ecléctica y polivalente.
Trinchera Pop (2023) es el fiel reflejo de cómo sobrellevar la madurez con elegancia y estilo. El bueno de Iván no necesita despotricar en redes sociales sobre la música que se hace ahora, ni incomodarnos comportándose como el señor Burns vestido de Jimbo. Conoce su sitio, pero no por ello limita su impronta a lo que históricamente sus seguidores han aplaudido y buscado en sus encuentros en directo. Si algo demuestra el nuevo trabajo de Iván es que, definitivamente, no está todo el pescado vendido, y a pesar de esa notable veteranía y de gozar de una laureada y extensa trayectoria, todavía había muchos recovecos de su ingenio y de su creatividad por explorar.
No hablaríamos tanto de una disrupción ilógica, como sí de un continuismo evolutivo y procedente. Y es que el de Nigrán desprende una magia especial con la que consigue sonar al Iván de siempre, y al mismo tiempo, hacerlo como nunca. De repente, ya no atestiguamos sus intentos por conectar con ese imaginario romántico y al uso, sino que le vemos sacando a flote sus mejores aptitudes compositivas, expuestas al servicio de una narrativa que ahonda sin reparos en cuestiones metafísicas y filosóficas, construyendo paralelismos entre el amor y la galaxia (Los Puntos de Lagrange) o mezclando el pensamiento crítico con sus propias emociones (En El Alambre). No obstante y lejos de caer en un pretencioso discurso, Trinchera Pop goza de una muy notable accesibilidad, precisamente gracias a esa forma en la que Iván ha tenido a bien de empapar sus producciones con una tinta electrónica que marca todo el sentido y el devenir absoluto del álbum. El cantautor gallego se ha hecho fuerte en eso de juguetear con aparatitos, teclas y botones, y nos brinda episodios épicos donde su sintetizador modular se convierte en el verdadero MVP del encuentro. El ejemplo más claro lo vemos en esa reconversión de la clásica e icónica sintonía de El Hombre y la Tierra, ahora adaptada en una jacarandosa y animada La Humanidad y la Tierra, que de seguro levantará a sus correspondientes audiencias en más de un directo. De forma más sutil y técnica le vemos aplicar su sintética y renovada óptica en piezas como la minimalista y orgánica Miss Saigon o la pegadiza y brillante Pinball, donde incluso vemos cómo la voz de Iván se robotiza poco a poco hasta coquetear con el hyperpop.
Pero por supuesto, su voz tira para el monte, y es en los capítulos más reflexivos donde Ferreiro vuelve a hacer valía de su impecable dominio de la palabra, poniendo letra y tono a esa descorazonadora y analítica forma en la que acontece el paso del tiempo a través de una acertada manera de sobrevivir a la realidad más edadista (La Gran Belleza y La Juventud) o ponernos en los zapatos de quien se despide aun teniendo miedo al cambio (Dejar Madrid). Un sentimentalismo que nunca puede faltar dentro de su propuesta y con el que culmina su ejercicio más ambicioso, demostrando no solo ser consciente de lo que el panorama actual demanda, sino también de lo que su espíritu artístico reclamaba sacar afuera. El resto del mundo podrá arder, pero nosotros nos quedaremos dentro de la trinchera pop de Iván.
Fuente: dodmagazine
Valoraciones
No hay valoraciones aún.