Descripción
En 1967 y dentro de un mar agitado protagonizado por un radical auge de la música, el grupo The Doors quiso clavar la espada en el suelo con su disco homónimo. Se trata de un álbum de locura, un disco que causa embriaguez y reparte autoestima allá donde suena. Sin duda, uno de los maravillosos discos que engloban arte y música, poesía y literatura, belleza y oscuridad. Además cuenta con la participación y/o incursión del jazz y el blues.
El álbum comienza con el sencillo “Break On Through(To The Other Side)” , una canción caracterizada por un ritmo sereno y pacífico. Sin embargo, a medida que nos vamos adentrando en la selva musical empiezan a salir de sus cobijos exóticas canciones que nos dejan los pelos de punta. Entre ellas destaca “The Crustal Ship” una suave e hipnótica balada que resalta por hacernos disfrutar de unos 2 minutos y medio de serenidad y paz.
Sería inaudito no mencionar la número uno “Ligh My Fire”, sin duda una obra que resalta la brillantez del teclista Ray Manzarek y que se caracteriza por cubrirnos de un engañoso amor para nada romántico y donde abunda lo sexual y provocativo. En esta balada se nos va en ocasiones la olla, pues dicho amor oscila entre la honestidad y la desilusión, sin duda no es ningún desperdicio.
Con el sencillo “Take It As It Comes” la banda consigue meternos en una ambigua atmósfera donde podemos llegar a creer que, a lo mejor, puede haber cabida para el amor; sin embargo, no es más que un pequeño e inocente engaño. Pues, se trata de un amor indomesticable e indomable lleno de oscuridad y arrogancia. Si tuviera que dibujar una portada que describiese mejor esta canción; no dudaría en dibujar un corazón negro y rodeado de sangre. El disco toca su fin con el sencillo “The End”, una dramática epopeya sin precedentes.
Este increíble disco de rock psicodélico de una de las mejores bandas californianas sigue un ritual bastante claro y simple. Un comienzo caracterizado por la serenidad y la tranquilidad de un remanso de paz que, con el paso de los minutos, se ve convirtiendo en un campo batalla donde no falta la poesía y la experimentación. Si tuviera que buscarle un símil no tardaría en compararlo con una pieza teatral que pone en evidencia clara el magistral estilo de la banda.
La alineación toca varios estilos y nos sorprende con una madurez artística benemérita. La misma cuenta con Ray Manzarek al órgano, quien está acompañado y potenciado artísticamente por el gran Robby Krieger al frente de la guitarra; sin dejar en barbecho al especialista en beats de jazz John Densmore, quien tampoco se resistió a incluir toques de funk.
En la zona vocal contamos con el compositor y vocalista Jim Morrison, quien compuso todas las baladas a excepción de “Light My Fire”, “Alabama Song (Whiskey Bar)” y “Back Door Man”.
Lo cierto es que, The Doors, en mi humilde opinión, es una de las bandas que más aportaron al rock n´ roll, por miedo a decir que, incluso, cambiaron el rumbo de esta música. Su capacidad de creativa, su sexualidad, su poesía, su exhibición y su fuerte compromiso con lo social y político son algunas de las muchas cualidades que hemos podido disfrutar de esta magnífica agrupación.
Por eso, no me extraña en absoluto el hecho de que el álbum The Doors haya superado varias barreras musicales y haya conseguido tanto reconocimiento. Eso sí, si tengo que decantarme por un solo integrante de la banda, no podría ser otro que no sea el carismático, líder y genio Jim Morrison.
Fuente: Vinilomusical.com
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