Descripción
Justo después de grabar, para Miles Davis, el emblemático álbum Kind of Blue, John Coltrane se metió de nuevo al estudio, esta vez en calidad de líder, para crear otro LP igualmente importante aunque, quizás, un peldaño por debajo en popular. Desde luego, encadenar las grabaciones de Kind Of Blue y Giant Steps, dos de los discos más destacados de la historia del jazz, es atravesar una muy buena racha. Eso sí, como suele ocurrir en el universo jazzístico, nada es fruto de la casualidad, porque el segundo es, en varios aspectos, una consecuencia del primero.
En lo que respeta a los músicos participantes, vemos que el conjunto que grabó Kind Of Blue (salvo Miles Davis, claro está) repite aquí: Paul Chambers, Wynton Kelly, Jimmy Cobb y John Coltrane. Ahora bien, esto es lo de menos, porque el cuarteto únicamente coincide en Naima, uno de los mejores temas de Giant Steps, pero sólo uno al fin y al cabo. En cambio, lo que sí parece determinante es la influencia del jazz modal que Miles Davis estaba desarrollando por entonces. Este disco es muy representativo de dos innovaciones que Coltrane introdujo en el mundo del jazz: sus “sheets of sound” (capas de sonido superpuestas en sus solos rápidos, como si estuvieran tocando dos intérpretes y no uno) y su “Coltrane Matrix” ( progresiones dañosas). Pues bien, la segunda de ellas seguramente surgió gracias a la experimentación con el jazz modal que supuso su colaboración con Miles.
Giant Steps, no obstante, es un álbum clave en la historia del jazz por ser el primero de John Coltrane para Atlantic Records y, también, el primero integrado exclusivamente por sus composiciones, faceta en la que había empezado a brillar en el excelente Blue Train (1957). Lo más interesante de estas composiciones no es la belleza de las melodías, sino su estructura interna, el paso casi invisible entre la melodía y la improvisación. Es interesante la relación que Coltrane establece entre una y otra, de tal modo que, prácticamente, la melodía es, o bien el inicio de lo verdaderamente sustancial, la improvisación, o una mera excusa para todo lo demás.
El saxofonista también inicia uno de los más importantes cambios de la era jazzística, proponiendo unos solos que soportan el peso de los temas, en los que está contenida la esencia de cada pieza, arrinconando cualquier otro elemento (acompañamiento, introducción y cierre…). En definitiva, como bien escrito la crítica Lindsay Planer, “La resuelta intensidad de Countdown hace más por modernizar el jazz en 141 segundos que muchos artistas en toda su carrera”. Ya podía olerse la revolución que iba a llevar a cabo poco después.
Nota: la presente reedición, aunque no es la más completa que se puede encontrar en el mercado, sí es una de las más aconsejables, porque incluye, además de las siete piezas del LP original, cinco tomas alternativas de algunos de los cortes, todas muy interesantes.
Fuente: Unplanetadesonidos
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