Descripción
Fue una noche de magia en las termas de Caracalla, emplazadas en el corazón de la antigua Roma imperial. Por obra de los dioses, no solo no llovió, como amenazaban las nubes del pronóstico sino que hasta una luna llena se clavó en el impredecible cielo italiano. Hasta los aviones cambiaron de ruta para despejar los cielos de la ciudad eterna y no romper con sus turbinas la proeza de un puñado de músicos de resonancia planetaria.
Aquel 7 de julio de 1990, apenas la noche anterior a la gran final de la Copa Mundial de Fútbol de 1990, en Italia, tuvo lugar el primer concierto de Los Tres Tenores.
Acompañados de una orquesta de 200 músicos dirigidos por Zubin Mehta, la reunión de Luciano Pavarotti, Plácido Domingo y José Carreras se convertiría el punto de partida para una serie de conciertos con los tres cantantes líricos como protagonistas de la siguiente década.
El imponente escenario de otra época, levantado entre las ruinas del imperio romano, fue pensado como parte de un plan para darle una cálida bienvenida en su regreso a los escenarios a Carreras, que acababa de curarse de leucemia.
En el registro, la voz del tenor catalán no asoma plena: había estado alejado de la música para enfocarse en su recuperación.
Como dijo el periodista Gian Paolo Cresci, quien ideó el magnífico espectáculo, el evento sirvió para lanzar la imagen musical de Italia y de España «bajo todos los cielos del mundo», gracias a una fastuosa transmisión en directo, por la señal de la cadena RAI, a 54 países, en la que se ha calculado una audiencia de ochocientos millones de personas.
Las seis mil entradas puestas a la venta meses antes del espectáculo fueron agotadas en apenas días, alcanzando precios de reventa, solo para las ubicaciones más económicas, a partir de los 600 dólares.
El alcalde de Roma, el socialista Franco Carraro, dijo al corresponsal de El País que ni siquiera para la final del Mundial había recibido tantas presiones para obtener entradas como para el concierto.
Al comienzo Mehta, entonces director de la Filarmónica de Nueva York, se plantó frente a los músicos de la Orchestra del Maggio Musicale Fiorentino y del Teatro de la Ópera de Roma, para dirigir una serie de arias de ópera por separado, como “Lamento de Federico”, la pieza con la que abrió el concierto José Carreras.
Para el segundo acto, Los Tres Tenores despachan un medley de canciones populares, desde la mexicana “Cielito lindo” a la francesa “La vie en rose”, hasta dar con la napolitana “‘O sole mio”, con la que remató Pavarotti, o el aria “Nessun Dorma”, de la ópera Turandot, de Puccini.
Fuente: Latercera
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