Descripción
Si nos retrotraemos a la época primeriza en la que se grabó Strictly Personal, recordaremos que aquel álbum fue el resultado de un trabajo de post-producción donde se añadieron efectos sonoros innecesarios a algunas grabaciones que habían quedado paralizadas. En 1971 se publicaron algunas grabaciones inéditas sin efectos adicionales de esas sesiones bajo el título de Mirror Man, contenido que fue aumentado para este nuevo álbum, ofreciendo así una panorámica más amplia y apropiada de lo que fue la paulatina transformación de la música de Captain Beefheart desde un blues primigenio hasta lo que podía dar de sí dentro del vanguardismo musical desde esos orígenes. Algunos de estos temas habían salido a la luz también en 1992 en el descatalogado disco de rarezas I May Be Hungry But I Sure Ain’t Weird. En cualquier caso, Ry Cooder ya no estaba, pero la interacción de los dos guitarristas de ese momento creó una especial sonoridad dentro de la visión particular que tenía su líder respecto de la evolución del blues y su apertura a influencias insospechables.
Los primeros temas son de muy larga duración, excesiva a priori para una música extravagante como esta, solo hay que recordar en comparación las duraciones mínimas en Trout Mask Replica. Casi veinte minutos dura ‘Tarotplane’ cuando lo único que parece es la repetición continuada de una misma idea, que al menos es una buena idea para que el resultado no se resienta en exceso. Entre lo peor del álbum está la extensa ‘Mirror Man’, conocida originalmente en una versión más corta titulada como ‘Son Of Mirror Man – Mere Man’ que tampoco conseguía mejorar nada. Por otro lado, los casi diez minutos de ‘25th Century Quaker’ no es que vayan a incrementar el ánimo, debido a sus disonancias que en principio repelen más que atraen, aunque repetidas escuchas afloran un gancho especial en la manera de interactuar las guitarras.
Sobre los temas ya conocidos con anterioridad, lo primero que llama la atención es el sonido mucho más cristalino, que redunda en una mejor sensación transmitida. Lo siguiente sería buscar las siete diferencias en cada uno de los temas, puesto que los desarrollos son equivalentes, pero eso ya es tarea para quienes estén más obsesionados con esta música. La impresión es en general mejor que en Strictly Personal pero, por ejemplo, de la toma alternativa de ‘Beatle Bones ‘N’ Smokin’ Stones’ poco se puede decir que no se dijera ya en su momento, es decir, de lo indigerible que es. En cambio, ‘Kandy Korn’ dura casi el doble que la versión conocida de 1968 pero mejora mucho lo ya conocido, pues los brutales pasajes instrumentales crean una atmósfera envolvente insuperable gracias en parte a una guitarra hipnótica.
Nos quedaría por ahí suelta la inédita ‘Moody Liz’, de comienzo algo atascado pero superado luego en un desarrollo similar a si hubiera sido un mantra, que en definitiva deja la idea de que podría haberse aprovechado para conseguir un todavía mejor resultado. Pero bueno, lo mejor de este álbum es que permite guardar un buen recuerdo de la primera época de Beefheart, muy atrevida y experimental sin caer en tentaciones comerciales. Mejora con consiguientes escuchas y por tanto es el disco definitivo que hacía falta para esa etapa de transición en la que se encontraban en 1968.
Fuente: Jesusgran
Valoraciones
No hay valoraciones aún.