Descripción
Björk levantó su enorme prestigio cuando demostró que vanguardia y accesibilidad pueden ir de la mano. Hasta que un día comenzó a aburrirse de rendir cuentas ante su público. Fue entonces, más o menos a la altura de “Medúlla”, cuando arranca una etapa en que se muestra mas interesada por el funambulismo -la ruptura de los cánones en la música popular- que en marcarnos a fuego con cada nuevo lanzamiento. Y en ese sentido pocas cosas cambian con este séptimo disco, en el que la diminuta islandesa se muestra igualmente obsesionada por señalarnos el camino del pop del futuro, un camino que, ojo, no necesariamente es musical. Porque Biophilia no es tanto un disco como un ejercicio multimedia de arte y ensayo preñado de concepto, en el que las aplicaciones para iPhone/iPad, los vídeos o el desarrollo de nuevos instrumentos (igualmente dominados por la tecnología de Apple) parecen tan o más importantes que las propias canciones.
Dejando de lado aquellos aspectos y centrándonos en estas últimas, la Guðmundsdóttir insiste en la búsqueda de nuevas formas por ejemplo en la renuncia por el clásico compás de 4/4 en “Mutual Core”, “Solstice” o “Hollow” -más próxima ésta a Schoenberg que a The Beatles-, o en lo aleatorio del Gameleste, ese instrumento creado específicamente para su uso y disfrute. Además, y como lleva ocurriendo desde “Medúlla”, Björk renuncia a cederle la manija a ninguno de sus colaboradores -lo que sí hizo en el pasado con Nellee Hooper, Howie B, Mark Bell o Matmos- convirtiendo “Biophilia” en un nuevo paseo de figurantes -Mark Bell, El Guincho, Zeena Parkins, Damian Taylor, etcétera- que aportan pinceladas y aromas diversos, sin que nadie que no sea la firmante imponga su personalidad a lo largo de los cincuenta minutos de duración. Y así, donde “Medúlla” giró alrededor de la voz, y “Volta” llamó la atención por el bombeo rítmico casi industrial, Biophilia viene a ser un muestrario de las diferentes facetas que caracterizan la música de Björk -de la orquestal a la electrónica y los experimentos a capella- filtradas por un nuevo arsenal de apps y cachivaches sonoros. De casi todas menos de aquella que nos entregó singles como “Venus As A Boy”, “Hyperballad” o “Bachelorette”, ayer, hoy y siempre patrimonio del pop global. Y por ahí seguimos hambrientos…
Fuente: Mondosonoro
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