Descripción
A estas alturas dudo que nadie necesite una presentación de los estadounidenses ANTHRAX, uno de los mayores iconos del Thrash Metal de todos los tiempos. Cierto es que han pasado varios baches, tanto a nivel de formación como compositivos, y sobre que dirección tomar a nivel musical (¿Alguien recuerda la época de mediados de los 90 con John Bush al frente en discos como “Sound Of White Noise” o “Stomp 442”?), y sus inicios en los 80 no fue precisamente una excepción. Un desfile de nombres de cantantes y varios músicos, dieron con una formación que registró el primer disco de estudio de la banda, “Fistful Of Metal”. Todo un puñetazo sonoro que sentaría las bases de un género que estaba explotando con bandas como METALLICA, MEGADETH o SLAYER, y que marcaría el camino a seguir en sus siguientes trabajos.
“Deathrider” arranca veloz, agresivo, con un riff marca de la casa y con el sello tan personal e inconfundible de Scott Ian, toda una leyenda. Eso sí, ni los frenéticos solos del pequeño gran Dan Spitz ni la metalera voz de Neil Turbin se deberían pasar por alto. A continuación llegaría un clásico que a día de hoy sigue pegando fuerte, “Metal Thrashing Mad”, uno de los himnos del grupo. Turbin no es Joey Belladonna, pero eso no le cohíbe de desgañitarse la voz al son que marca la batería del mítico Charlie Benante y el bajo del señor Dan Lilker, con ese final a todo trapo tan ideal para los directos. Pronto dejarían patente su debilidad por los covers, con un “I’m Eighteen” de Mr. ALICE COOPER que les quedó más que resultón, con un estilo propio y una voz mucho más controlada que en el resto del compacto.
Recuperamos la velocidad desbocada con “Panic”, un corte de esencia muy punk, con un doble bombo y una caja demoledora por parte de Benante, que imprime una tralla absolutamente descomunal. Las guitarras de Dan y Scott suenan más heavies que nunca y aquí es donde más se nota la evidente influencia que bandas como IRON MAIDEN o JUDAS PRIEST tenían en aquella época, y siguen teniendo a día de hoy. En “Subjugator” juegan con la composición como pocas veces lo hacen. Un repertorio de cambios de ritmo, punteos y riffs que a un servidor le recuerdan a los primeros MEGADETH de Mustaine. Otro cañonazo directo al mentón es “Soldiers Of Metal”, en la que la sombra de Hetfield y los suyos se hace más palpable. Quizás no sea de lo mejor del disco pero tiene una fuerza innegable, tanto a nivel rítmico como a las seis cuerdas con esa maravillosa dupla que formaban ambos guitarristas. El thrash más puro vuelve a la palestra con “Death From Above”, con un Turbin sin frenos y una producción muy sucia que predomina durante todo el álbum.
Un vaivén de ritmos que van de lo más denso y pesado del inicio, a la carrerilla que alcanza el tema posteriormente con un Benante destrozando los platos, es lo que nos presenta “Anthrax”. Título que, por cierto, da nombre a la formación. Otro claro ejemplo del Speed-Thrash Metal de los americanos que quizás no entre de forma tan natural como ocurre en otros cortes, por su peculiar estructura compositiva, pero que tras unas escuchas se aferra a tu cerebro a base de un estribillo y unas líneas de guitarra bastante pegadizas. “Across The River” es una pequeña pieza instrumental, que sirve de puente para el broche final del disco, “Howling Furies”. Un tema en la línea media del plástico, con esos ritmos tan thrashers que tan bien sabían hilar Ian y Spitz, con unos pasajes de guitarras de nuevo a lo IRON MAIDEN, y un Turbin mucho más comedido en su faceta vocal, con un tono más natural, menos gritón, a pesar de algún que otro momento en el que se deja llevar y desata su alma más heavy.
ANTHRAX comenzaron a escribir su longeva y exitosa historia con este Fistful of Metal, y solo por eso debería ser de escucha obligada para cualquier aficionado al Heavy Metal, y especialmente en su vertiente Thrash. No está a la altura de joyas como “Spreading The Disease”, “Among The Living” o “Persistence Of Time”, pero aquí encontramos unos músicos más directos, sucios y cañeros, que poco a poco irían dando forma a la máquina en la que se convertirían poco después. Toda leyenda tiene un comienzo, y aquí esta la que inició un tal Scott Ian hace ya más de treinta años. Respect.
Fuente: Necromance.eu
Valoraciones
No hay valoraciones aún.